La crisis moral es uno de los mayores males que castigan a la humanidad. Por supuesto, la Argentina no constituye una excepción. Desde hace mucho tiempo escuchamos que la decadencia moral es el origen de todos nuestros males. Voces tan autorizadas como la de nuestra Iglesia han alertado al respecto. Comparto este criterio, pero es preciso advertir que ha sido este gobierno quien, por primera vez, dispuso emprender una acción sistemática que -partiendo del reconocimiento de la corrupción como fenómeno social y cultural- indague las causas que la originan y proponga los remedios adecuados para garantizar, en los ámbitos estatal y privado, la vigencia de la ética como valor fundamental a ser preservado. En tanto no fortalezcamos nuestros espíritus y privilegiemos la solidaridad por sobre el egoísmo, el trabajo por sobre la especulación y la moral por sobre la corrupción, no podremos imaginar para nuestra patria un futuro venturoso. (del prólogo del autor)